Peter el camionero
El camión de Peter
5:00 a.m., Peter apaga abruptamente el despertador, ya lleva un rato despierto y es que últimamente no duerme bien. Es transportista internacional, viaja con su camión de su amado Liverpool, al resto del Europa. Con el Brexit al acecho, no sabe si su negocio seguirá siendo viable y sufre por su familia. Su mujer siempre lo tranquiliza con aquello de "tranquilo, todo saldrá bien", pero Peter no las tiene todas consigo.
Sea como sea, hoy toca hacer ruta. Se levanta y va al baño, se mira en el espejo y observa sus ojeras y su cabeza, cada vez más calva. Se pega una ducha rápida, desayuna un café con dos tostadas y baja a la calle.
Es domingo y una densa niebla se ha posado sobre las húmedas calles de Liverpool. De camino al párking de camiones, se cruza con la gente que sale de los últimos pubs que quedan por cerrar. En el suelo, vidrios, de lo que antes fue un vaso y un charco de vomito con tropezones del tamaño de canicas. A Peter le vienen recuerdos de sus noches de juventud, él era de los que la liaba.
Finalmente, sube al camión, enciende la calefa, programa el G.P.S. y listos, para Francia. Al cabo de varias horas de monótona conducción, llega al túnel del canal de La Mancha. A su entrada, unos agentes inspeccionan el vehículo. "Limpio", se oye decir al que había entrado en la caja para examinar la mercancía. El otro agente devuelve la documentación a Peter y le hace señas para que prosiga la marcha.
Una vez en territorio francés, se detiene a comer en una área de servicio cerca de Amiens. Hay varios camiones como el suyo aparcados alrededor y ya sabéis: "si hay camiones fuera, es que se come bien".
Antes de bajar, echa la mano a la guantera y saca:
A) Una pistola.
B) Lacasitos.
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Continuará... En este artículo.
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